Un estudio del CONICET, sobre mecanismos biológicos aporta evidencia que podría inspirar tratamientos para el alzhéimer y otras patologías neurodegenerativas.
Investigadores científicos “descubrieron mecanismos biológicos que permiten la evocación de las memorias episódicas o contextuales, aquellas que permiten reconocer un espacio y las experiencias que ahí tuvieron lugar”, publica el CONICET en su página web. El trabajo investigativo, sobre lo que permite recuperar los recuerdos fue publicado en la revista científica PLoS Biology recientemente.
¿Cuál es la aplicación en la vida real de este descubrimiento?
Hasta aquí lo que se sabe es que se ejecutaron en ‘modelos preclínicos’, y “podría ayudar a diseñar estrategias terapéuticas para el alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas o para combatir el deterioro natural de la memoria que ocurre con la edad”.
¿Qué es lo que implica el estudio?
La palabra de los protagonistas
Siempre es bueno tener el concepto de la fuente que origina el hecho para entenderlo debidamente. Aquí tenemos las explicaciones.
“Se sabe bastante de cómo las memorias se almacenan y consolidan, pero se sabía muy poco de lo que pasa una vez que esas memorias están almacenadas y tienen que ser recuperadas. Nuestro trabajo logró describir mecanismos que permiten la evocación de memorias de reconocimiento contextual que constituyen un tipo de memorias episódicas”, afirma Pedro Bekinschtein que, junto con Mariano Belluscio, lideraron el estudio. Ambos son investigadores del CONICET en el Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCyT, CONICET-Fundación INECO-Universidad Favaloro) y en el Instituto de Fisiología y Biofísica (IFIBIO, CONICET-UBA).
¿Qué son las memorias episódicas?
Bekinschtein explica que la memoria episódica “se refiere a experiencias únicas de nuestras vidas que tienen un lugar, un tiempo y otros elementos característicos. En particular nosotros nos focalizamos en este trabajo en lo que se conoce como memoria de reconocimiento que es la que nos permite decidir si nos resulta familiar o no un lugar cuando nos encontramos ahí. Y para poder tomar esa decisión tenemos que poder recuperar la memoria de alguna experiencia que ya tuvimos en ese lugar”.
Inmediatamente explica y nos da unos ejemplos que nos ilustran cuando dice que se observan cuando una persona “se acuerda de un falafel que comió en un restaurante en algún viaje, el casamiento de algún amigo, el nacimiento de un hijo o una hija, un cumpleaños en determinado lugar. Otro ejemplo podría implicar el regreso a un sitio de la infancia (jardín de infantes o escuela), donde puede que entremos a una sala y la reconozcamos como la nuestra, a pesar de que haya habido muchos cambios como colores en las paredes, pizarrones, dibujos y adornos. En este caso, estaríamos evocando la memoria de nuestra sala o aula. Pero podría pasar que no nos resulte del todo familiar y no podamos evocar esa antigua memoria”.
Factores que intervienen y permiten recuperar los recuerdos
Tanto Bekinschtein, Belluscio y las dos primeras autoras del estudio, Magdalena Miranda, del INCyT, y Azul Silva, del IFIBIO, estudiaron la evocación de la memoria episódica en ratas. Éstas debían reconocer espacios a los que habían sido expuestas previamente, pero con algunos detalles (claves), los cuales iban variando a lo largo del tiempo.
¿Por qué se utilizan estos animales y no, otros?
“En particular trabajamos con ratas porque es un buen modelo para estudiar fenómenos de memoria y de comportamiento. Son mamíferos y su cerebro se parece en muchos aspectos al cerebro humano. Muchas de las regiones que se analizaron en nuestro trabajo están presentes en ambos organismos”, explica Bekinschtein.
El cuerpo investigativo descubrió que ‘el glutamato, un neurotransmisor en el hipocampo’ (región del cerebro donde se forman memorias), es clave para la evocación de recuerdos. Magdalena Miranda revela: “La inhibición de este neurotransmisor hacía que los animales no pudieran reconocer un espacio que habían visto. Por el contrario, su activación mejoraba su capacidad de reconocimiento”.
Debido a ello, los investigadores se centraron en unas neuronas del hipocampo que son llamadas células del lugar o “place cells” (en inglés), por cuya identificación y estudio obtuvieron el premio Nobel de Medicina 2014 a John O’Keefe, Edvard Moser y May Britt Moser.

Parte del desarrollo de lo efectuado Azul Silva, lo explica así: “Mediante la realización de experimentos descubrimos que las diferencias de actividad de las células del lugar en una región del hipocampo que se llama CA3, predice si los animales evocan la memoria de un contexto ya vivido o lo experimentan como uno totalmente nuevo”.
Fallas en el almacenamiento o en la recuperación
Por eso, pudieron arribar a la conclusión de que es posible “mejorar la comprensión de las fallas de memoria en múltiples enfermedades neurodegenerativas u otro tipo de déficits de memoria relacionados al envejecimiento”, según lo explica Belluscio.
Además, dice: “Uno puede pensar que los déficits de memoria pueden tener que ver con una falla en el almacenamiento de una experiencia en el cerebro o en los procesos que mantienen estable ese almacenamiento, pero también podrían tener que ver con fallas en la recuperación de la memoria”.
Es decir que, cuando no se retiene en la memoria algo, como un suceso, no solo puede ser que falle el almacenamiento sino su recuperación.
Luego, completa diciendo: “La información que revela nuestro estudio podría ser útil para explorar estrategias para preservar o mejorar la salud del cerebro. Por otro lado, el estudio de los mecanismos biológicos de la evocación de memorias, podría llevar a desarrollar tratamientos específicos, como, por ejemplo, para modular la función del glutamato y así mejorar la recuperación de información almacenada.”
Esto transmite una mirada positiva a lo que la ciencia pueda lograr, en el futuro cercano, a favor de personas que padecen daño en sus recuerdos debido a la su edad avanzada o por padecimientos destructivos como la enfermedad de Alzheimer.