Ciertas moléculas en la bebida probiótica fermentada (yogur) parecen atenuar a las citosinas, una de las principales causas de muerte por Covid-19, y además,  controlar la inflamación.

En los días pasados pareciera ser que muchas de las más importante noticias se han originado o han tenido conexión con Israel. La descomposición del plástico, un aerosol que combate el covid-19, el permiso verde y otras tantas noticias alentadoras.

Esta vez tiene que ver con un alimento, uno de cuyos componentes pareciera ser, tiene una reacción en la más peligrosa de las enfermedades, a la que la humanidad se ha enfrentado en los últimos años.

Investigadores de la Universidad Ben-Gurion del Negev (BGU) han identificado moléculas en el kéfir, un tipo de yogur, que tienen el potencial de combatir las bacterias patógenas al bloquear la comunicación entre las células.

Este enfoque también es prometedor para combatir las bacterias resistentes a los antibióticos.

El yogur es una bebida láctea probiótica fermentada que se elabora inoculando la leche con mezclas de microorganismos, en particular levaduras y bacterias.

Beneficios obtenidos del yogur

Durante años  los seres humanos han confiado en los probióticos del yogur para calmar los problemas de estómago y equilibrar los efectos negativos de los antibióticos. Se cree que los probióticos también estimulan la función del sistema inmunológico.

No obstante, esta es la primera vez que los investigadores han aislado moléculas en el yogur que parecen mitigar las «tormentas de citosinas”, la respuesta inmune extrema que es una de las principales causas de muerte en los pacientes con Covid-19.

Universidad Ben-Gurion del Negev Prof. Raz Jelinek y la estudiante de doctorado Orit Malka con su yogur probiótico en un laboratorio BGU.

Covid-19_el yogur podría servir para combatirlo

Estos científicos, primero notaron que las moléculas secretadas por kéfir reducían la virulencia del Vibrio cholerae , que causa el cólera. Las moléculas de kéfir interfirieron en el ensamblaje de biopelículas bacterianas, que juegan un papel importante en la progresión de la enfermedad.

Una sorpresa animadora

La aplicación de las moléculas mencionadas a Covid-19 produjo cierto asombro.

Las moléculas de yogur no solo eliminaron la tormenta de citocinas, sino que también restablecieron el equilibrio del sistema inmunológico.

«Estos resultados son notables, ya que es la primera demostración de que la virulencia de las bacterias patógenas humanas puede mitigarse mediante moléculas secretadas en productos lácteos probióticos, como el yogur o el kéfir», dijo el profesor Raz Jelinek, vicepresidente y decano de investigación y desarrollo. en BGU.

Por su parte, Josh Peleg, director ejecutivo de BGN Technologies , la empresa de transferencia de tecnología de BGU, añadió que “en una realidad en la que las bacterias resistentes a los antibióticos se están convirtiendo en una amenaza inminente, las nuevas moléculas descubiertas por los científicos de BGU abren un camino completamente nuevo para combatir las infecciones bacterianas al interrumpir comunicaciones de célula a célula en bacterias patógenas.”

“Nuestra investigación arroja luz por primera vez sobre un mecanismo mediante el cual los probióticos fermentados con leche pueden proteger contra infecciones patógenas y ayudar al sistema inmunológico. Siguiendo resultados prometedores en modelos animales, esperamos poder administrar estos candidatos a fármacos a pacientes que están experimentando una tormenta de citocinas debido a la infección por Covid-19, o personas que padecen patologías intestinales inflamatorias agudas como la enfermedad de Crohn «añadió el profesor Jelinek

“Además, las dramáticas actividades antiinflamatorias de las moléculas pueden abrir nuevas vías para terapias y productos alimenticios probióticos científicamente probados”, agregó Peleg.

Se sabe que BGN Technologies está creando una empresa biofarmacéutica «para el mayor desarrollo y examen clínico» de la tecnología.

La estudiante de doctorado Orit Malka dirigió el estudio, que se publicó en la revista Microbiome . Participaron también en la investigación los profesores Michael Meijler, Ariel Kushmaro y Ron Apte, todos de BGU. /israel21c