Hay una frase que una vez escuche decir de nuestros abuelos que “si morimos en el lugar que nacimos, es porque todo lo que se hizo, se hizo bien”. Desde que nacemos nuestra tierra, nuestra patria y nuestra gente son esos andamios que van forjando el sentido de pertenencia.
En estos últimos 7 años se ha constatado un aumento considerable de argentinos que se mudan a otro país. Algunos se van solos, otros deciden viajar en pareja e incluso con sus hijos. Son cambios importantísimos de afrontar y superar, sobre todo a nivel cultural. Sin embargo, está la otra parte que muy poco se habla y no es el que emigra sino el que queda en su tierra natal, aquel que deberá pasar por la desazón de dejar partir a quien ama.
Las razones para salir de un país esta en primer lugar lo económico, luego el trabajo, la inseguridad y por último la falta de oportunidades. La reciente “fuga de cerebro” esta asociado a que muchos que viajaron son profesionales y buscan una calidad de vida mas equilibrada y justa.
Johann Wolfgang Von Goethe dijo alguna vez que “solo hay dos legados duraderos que podemos esperar dar a nuestros hijos. Uno de ellos son raíces, el otro alas”; alas para volar hacia donde este la felicidad, los sueños y las ilusiones. Nuestros mayores (padres, abuelos o tíos) suelen decir que «no hay mejor hogar que aquel donde uno nació» y eso es verdad, pero también es cierto que si ese hogar no te protege, desde ese instante dejo de ser hogar, y creo que ambas perspectivas son verdaderas.
Es así que estas experiencias hace que la felicidad se contraponga con la tristeza en algún sentido. Pero ¿Qué es la felicidad? Para la psicología, la felicidad es un estado emocional positivo que los individuos alcanzan cuando han satisfecho sus deseos y cumplido sus objetivos. Y ¿Qué es la tristeza?, es una reacción ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados.
La tristeza también puede aparecer tras grandes alegrías. Este sentimiento desencontrado se presenta recurrentemente cuando despedimos a un familiar o a un amigo antes que este viaje, ese momento donde las lagrimas se dispersan por nuestras mejillas pero a la vez la sonrisa aparece para contraatacar, esa lucha interna que resurge – por momentos – para unos e interminables para otros.
Ante esta realidad, es mejor dejarlos partir porque el amor no es atar, no es prohibir, no es generar inseguridades, ni mucho menos miedo sino que es dejar un abrazo, un adiós, y un beso, es un decir «hasta luego». La tecnología a acortado las distancias, y a hecho mas apacible la brecha.
Javier, se recibió de profesor en informática y hace algunos meses decidió viajar con su esposa Verónica al extranjero porque en Argentina los había afectado la situación económica, y nos conto: “mi familia esta de algún modo dividida, por un lado están los que nos apoyan en esta decisión de emigrar y por otro están los que “luchan” todavía – riéndose un poco – en convencernos a que nos regresemos al país, sin embargo, la familia de mi esposa creen que si es lo que nos hace feliz tenemos que jugarnos, arriesgarnos”.
Verónica cuenta que «algunos piensan que fuimos locos e incluso piensan que ya no nos vamos a ver mas en la vida. Se que es difícil, pero prefiero hasta ahora pensar que son unas lindas vacaciones» (entre risas).