Así denomina un periodista la queja del gobierno de Alberto Fernández y su partido por las escuchas expuestas recientemente hechas por el gobierno anterior.

En estos días sobresalieron entre las noticias las denuncias hechas por una dirigente política de Cambiemos y de un periodista conocido por haber sido espiados en sus respectivos trabajos.

Todo esto produjo un revuelo en la agrupación opositora al gobierno y en el gobierno mismo.

En una nota del periodista Christian Sanz en el medio digital Tribuna de Periodistas, él mismo recuerda denuncias hechas tanto por el, como por otros en su momento, contra funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner.

“Alberto Fernández busca protagonismo, a como sea, para lograr permanecer en el candelero de la agenda mediática. Y en ese contexto acusó este domingo a Mauricio Macri de haber hecho espionaje durante su gobierno”, abre el periodista.

Y rápidamente destaca: “Ciertamente, el espionaje macrista existió —uno fue víctima de aquella intrusión— y dejó curiosidades de diversa índole. Preguntas que aún no logran ser respondidas. Inquietudes que superan el sentido común”.

“Todos y cada uno de los interrogantes que surgen al respecto irán encontrando respuesta al paso del tiempo, en el mediano y largo plazo. Caerán aquellos que deban caer y rodarán las cabezas que deban rodar. Como debe ser. Incluso si se trata de la ‘testa’ de Macri. Nadie debe quedar impune”, considera.

‘Caradurismo’ del oficialismo

Luego lanza su crítica: “No obstante, más allá de tal cuestión, que es primordial e indiscutible, debe mencionarse la cuota de hipocresía que ostenta el kirchnerismo a la hora de hablar sobre espionaje ilegal”.

“¿O acaso no es una enorme ostentación de ‘caradurismo’ señalar a otros por los vicios cometidos por ellos mismos en el pasado?”

Comenta que no fue solamente contra él que accionaron al decir: “Media docena de cronistas de Tribuna de Periodistas lo pueden desnudar en primera persona, porque fueron —fuimos— de los principales damnificados por ese oscuro sistema de espionaje K. En todas sus variantes: seguimientos, pinchaduras de teléfonos, amenazas, intrusión a los correos electrónicos, hackeo a la página web del portal, etc… todo ello denunciado ante la Justicia, como corresponde”.

¿Cuál fue el accionar de esos días?

Espionaje ilegal del ‘kirchnerismo’ expuesto por periodistas

Sanz relata: “Pero no se trata de una potestad solo de los que trabajaban allí, sino de todos aquellos que se atrevieron a contradecir el monolítico discurso K. No solamente periodistas, sino también empresarios y referentes de la política vernácula.

Para llevar adelante sus macabros planes, el kirchnerato contrató a puntuales hackers, cuyas identidades fueron reveladas en julio de 2006 por este cronista, lo cual obligó a cambiar la estrategia al entonces oficialismo K”.

Describe que ‘en mayo de 2006, se contó en exclusiva cómo el kirchnerismo pinchaba los teléfonos’ según una nota periodística de entonces: “En nuestro país suelen utilizarse unas terminales de computación denominadas DVCRAU que cumplen la misma misión que Echelon pero con menores pretensiones. Esas máquinas funcionan incansablemente en la oficina que la SIDE posee en Av. de los Incas 3834, más conocida como Ojota (Observaciones Judiciales)”.

Luego manifiesta cómo había empezado este espiar, cuando dice: “Dos años más tarde, en 2008, quien escribe estas líneas reveló cómo Néstor Kirchner había decidido replicar el sistema que había pergeñado en Santa Cruz años antes, a través del espionaje del denominado D2, comandado por el ex jefe de policía de Santa Cruz, Wilfredo Roque.

Pocos saben que, en sus tiempos de gobernador de esa provincia, el fallecido marido de Cristina hacía espionaje hacia dirigentes opositores, periodistas díscolos, y jueces y fiscales.

Ese mismo año, en mayo, este cronista entrevistó a un espía de la AFI llamado Iván Velázquez, quien admitió en ‘on the récord’ que ‘el Gobierno nos pidió espiar a funcionarios y periodistas’. Incluso aportó detalles escabrosos al respecto”.

Según su apreciación era una costumbre hacer esto que se había adquirido hace tiempo y que parecía ‘normal’ que se practicara.

¿Quiénes mas estaban involucrados en esta actividad ilegal?

Los involucrados

“Tres años antes, en 2005, Aníbal Fernández —entonces ministro del Interior— mandó a hackear este portal, molesto por nuestras revelaciones sobre sus vínculos con el narcotráfico. En 48 horas un equipo de periodistas de TDP logró descubrir quién había operado como ‘mano de obra’: un joven llamado Juan Carlos Carnero, a sueldo de la exSIDE… y de Aníbal”.

¿Cómo lo vivió el trabajador de prensa ese periodo?

“En esos mismos días, este periodista recibía ingente cantidad de amenazas, tanto a su teléfono de línea como a su celular. Eran aprietes que habían empezado en 2003, a la par del inicio de las investigaciones sobre el incipiente kirchnerismo. En aquellos idus se dio la primera de una serie de denuncias que se presentaron en la Justicia.

Al paso de los años llegaron los ya referidos seguimientos e intrusiones a los mails personales. A la par, comenzaron los escraches en diarios y revistas K —mayormente los de Sergio Szpolski— y los señalamientos en programas de TV como 678 y Duro de Domar”.

¿Qué cosas permitieron que salieran a la luz estos hechos?

Lo que contribuyó a sacar a la luz el espionaje

Sanz estima que mucho tuvo que ver ‘la ruptura de Cristina con Antonio Stiuso y Fernando Pocino’, a los que llama los “delegados” del espionaje contra sus enemigos. También, extiende su critica a un participante adicional: “César Milani, un personaje funesto, vinculado a lo peor de la última dictadura militar. De su mano, la hoy vicepresidenta armó en 2013 un sistema de inteligencia paralelo. Tan o más polémico que el anterior”.

Después hace referencia al escándalo conocido como “Proyecto X”. El mismo “dejó al descubierto que la Gendarmería hacía espionaje interno a pedido del kirchnerismo. Llegó al extremo de infiltrarse en las marchas por la muerte de Mariano Ferreyra. Y aunque lo negó en un principio, Cristina debió aceptar finalmente que el sistema ilícito estaba vivito y coleando”.

Destaca que hubo prueba desde la justicia cuando expresa: “Cinco años después, en 2018, en un allanamiento ordenado por Claudio Bonadio, a la hoy vicepresidenta le encontraron pruebas de espionaje contra diversos ‘enemigos’ políticos”.

Entre otras cosas: “Una de las carpetas ostentaba las pruebas de la operación contra Francisco De Narváez, ocurrida en 2009 y desactivada por este cronista gracias a fuentes del propio kirchnerismo.

La expresidenta también tenía “dossiers” sobre Stiuso y sobre el financista de la ruta del dinero K Federico Elaskar. Incluso escuchas telefónicas realizadas a la siempre polémica minera Barrick Gold.

El espionaje que se hizo durante el actual gobierno

«Sin embargo, la frutilla del postre llegaría en marzo de 2020, cuando este periodista reveló que un agente de la AFI llamado Niv Sardi, nombrado como director de Tecnología de esa agencia, trabajaba en un software para espiar a periodistas y otros referentes por WhatsApp. La ‘primicia’ de este cronista le costó el cargo a Sardi finalmente».

Es más larga la investigación, dice Sanz quien llega a una conclusión. La idea que se intenta desarrollar ha quedado bien clara: «el macrismo merece todo el repudio del mundo por sus intrusiones ilegales, pero el kirchnerismo no es el más indicado para señalarlo».

Y concluye citando una expresión de Moliere: “la hipocresía es el colmo de todas las maldades”.

Con este pensamiento de un erudito redondea la idea que ha expresado una y otra vez, el gobierno de Macri hizo mal en espiar, y debería hacerse pagar a quienes corresponda, pero, la administración de Cristina Fernández junto a la de Alberto Fernández no han sido menos culpable, y también, deberían pagar por lo que hicieron. Por eso considera hipócrita la crítica de Alberto Fernández hacia la oposición, porque su partido también tiene las manos manchadas con el espionaje ilegal, pero él jamás lo reconocerá.