La COP26 insta a los gobiernos a “revisar y fortalecer” sus planes de descarbonización. El optimismo de algunos. La decepción de muchos.

Desde Glasgow, la presidencia de la COP26, hizo un llamamiento a los países para “revisar y reforzar” a partir de 2022, y ya no cada cinco años, las contribuciones nacionales que fijan sus compromisos climáticos a largo plazo. Ese es el tibio comunicado que deja la cumbre climática.

Junto a ello, hubo un sorpresivo acuerdo bilateral “para reforzar la lucha” contra el calentamiento por parte de China y Estados Unidos. Tanto el enviado chino, Xie Zhenhua como el emisario norteamericano para el clima, John Kerry, hicieron mención de “la forma en que limitaremos el calentamiento y trabajar juntos para aumentar las ambiciones climáticas”. Los dos principales contaminantes del planeta se comprometen a hacer lo posible para que la COP26 de Glasgow “tenga un resultado ambicioso, equilibrado e inclusivo sobre la atenuación (reducción de emisiones), la adaptación y el apoyo” financiero”. Así cita sus declaraciones el medio La Nación.

Los optimistas

En un tuit, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, también presente en Glasgow, saludó el acuerdo calificándolo de “paso importante en la buena dirección”.

El jefe de la política climática de la UE, Frans Timmermans, opinó que es «realmente alentador» ver a China y Estados Unidos colaborando. Y agrega: «Muestra también que EE.UU. y China saben que este tema trasciende otros asuntos. Y sin duda nos ayuda a quienes estamos en la COP a llegar a un acuerdo», según le cita el medio BBC Mundo.

En igual sentido se manifestó Kevin Rudd, ex primer ministro australiano y actual presidente de la Sociedad de Asia, que trabaja en la consecución de acuerdos globales sobre cambio climático, al decir que el acuerdo «no es un punto de inflexión», pero sí un gran paso adelante. «El estado actual de la geopolítica entre China y Estados Unidos es… terrible, así que el hecho de poder extraer este acuerdo de colaboración específico sobre el clima entre Washington y Pekín ahora mismo es un importante impulso», agregó.

De acuerdo al proyecto de texto final difundido ayer, la COP tratará de que los compromisos climáticos asumidos sean “compatibles con los objetivos de calentamiento fijados por la conferencia de París” de 2°C –y de ser posible 1,5°C– de calentamiento con relación a la era preindustrial. Los valores, publicados el martes por la ONU, demuestran que, a pesar de las nuevas promesas realizadas por algunos países, el mundo continúa en un itinerario de calentamiento “catastrófico” de 2,7°C antes de fin de siglo.

Los desacuerdos y las decepciones de la cumbre climática

No todo fue aplausos y celebraciones en esta cumbre.

Entre otras cosas, China rechazó unirse a un acuerdo esta misma semana para limitar el metano, un perjudicial gas de efecto invernadero, pero a cambio prometió desarrollar «un plan nacional» para abordar este asunto.

Esto en respuesta a que varios convinieron en distintos aspectos, incluidas las emisiones de metano, la transición a una energía limpia y la descarbonización.

Hubo muchas decepciones sobre lo que fue esta cumbre climática, y sus críticas no se hicieron esperar.

“Cuando se estudian los nuevos compromisos, francamente, es como si una montaña hubiese parido una laucha”, se lamentó la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUE), Inger Andersen.

Mohamed Adow, director del grupo de reflexión medioambientalista Powershift Africa, lamentó que el texto recoja «muy poco» de las demandas de los países vulnerables en materia de ayudas para adaptarse al cambio climático y hacer frente a las pérdidas y daños ya sufridos, según le cita la agencia Telam. Y agrega que, para Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace International, «este proyecto de acuerdo no es un plan para resolver la crisis climática, es un acuerdo para que todos crucemos los dedos y esperemos lo mejor».

En el escrito se pide a los países desarrollados que aumenten su ayuda a los más frágiles a hacer frente a los efectos irreversibles del clima. Aunque no formula un mecanismo claro para lograrlo, como tampoco ofrece detalles sobre el tipo de ayuda que las naciones ricas podrían brindar más allá de 2025.

Tampoco deja en claro cuáles serán las reglas para medir e informar a la ONU las emisiones de cada país, ni alude al contencioso artículo 6 de los acuerdos de París, que debería establecer reglas para un mercado global de compra y venta de emisiones de carbón.

Para la ONG Climate Vulnerable Forum, el documento “no responde a las principales demandas de los países más frágiles”.

Muy molesta con la propuesta, Jennifer Morgan, directora de Greenpeace International expresó: “No se trata de un plan para resolver la crisis climática, sino de un acuerdo para cruzar los dedos y esperar que todo vaya bien. Una gentil solicitud a los países para que, si fuera posible, hagan más el año que viene. No es para nada suficiente”.

Otra vez, los líderes de las naciones declaran que están a favor de metas loables para la humanidad, pero, cuando se reúnen se quedan solo en declaraciones de deseos y objetivos necesarios. Las respuestas prácticas y concretas tendrán que esperar.