Una explicación de qué es el dolor y para qué sirve sentirlo. Cuál es la explicación de la ciencia sobre por qué es mas intenso de noche.
Es posible que alguna vez haya padecido de dolor de alguna carie o alguna lastimadura en la piel. ¿Le pareció que era mas intensa justo a la hora de dormir? ¿O se preguntó por qué siempre los dolores parecen sentirse de noche?
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Definiendo el dolor
“A todos nos ha dolido algo alguna vez –a muchos seguro que en este mismo momento–, por lo que no es un fenómeno extraño para nadie. Sin embargo, si tenemos que definirlo se comienza a complicar el asunto” dice la psicóloga Rocío de la Vega de Carranza en su artículo sobre el dolor publicado en The Conversation.
Luego explica que hubo “numerosas modificaciones a lo largo de los años” en la búsqueda de una definición para el término. Hasta que se llegó a un acuerdo en2020 cuando la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), lo definió como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial”.
Es decir, que, se trata de “una experiencia de los sentidos”, la cual está integrada por “un componente emocional desagradable”, el cual remite a la vez, a un recuerdo de haber sufrido “algún daño físico”.
¿Sirve o sólo molesta?
Tendemos a pensar en esta sensación como algo negativo, ya que, por definición, se trata de una experiencia desapacible.
Normalmente cuando uno piensa en el dolor, este tiene una connotación negativa. “Pero el ser humano es una máquina compleja y bien engranada, que raramente tiene funciones que están ahí ‘porque sí’”, dice Carranza.
Y agrega: “La finalidad del dolor reside en avisarnos de que algo va mal; es un mecanismo de supervivencia que ayuda a mantenernos a salvo de los peligros que pueden amenazar nuestra integridad física”.
Luego lo compara a “un sistema de alarma” que está en “nuestro cerebro para decirnos que estamos en riesgo y que nos insta a ponernos a salvo”.
Explica cuál es la diferencia en el concepto actual del que se tenía en el pasado al decir: “Sin embargo, no es una respuesta a un estímulo, tal como se pensaba en los tiempos de Descartes (por ejemplo: toco algo ardiendo y el dolor me salva de chamuscarme porque me hace retirar la mano). La concepción moderna lo entiende como un producto de nuestro cerebro: es este órgano quien nos dice dónde, cuánto y de qué manera nos duele”.
Sigue: “Por supuesto, los estímulos externos (como el calor que comentábamos antes) envían una señal a los nervios periféricos que conectan con el cerebro. Luego, este la procesará y la convertirá en otra cosa: la llamada nocicepción. Pero eso solo es parte de la experiencia, ya que el concepto de dolor incluye nuestra interpretación cognitiva y emocional de esa nocicepción”.
¿Hasta dónde llega y cómo se manifiesta esa interpretación?
La especialista explica que, “el dolor no siempre está directamente relacionado con la cantidad de estímulos dolorosos que estamos recibiendo, ya que puede percibirse en ausencia de ellos. Un ejemplo extremo es el fenómeno del miembro fantasma: hay personas cuyo cerebro está produciendo un dolor muy real en una parte del cuerpo que ha sido amputada”.
Ahora viene la pregunta de muchos: ¿Es mi impresión o el dolor se siente más por las noches?
La puerta de control
La respuesta es compleja, pero comprensible. Y tiene mucha lógica.
“La explicación tiene que ver con los sistemas de procesamiento de nuestro cerebro y con la ciencia de la percepción. Allá por los años 60, Roland Melzack y Patrick Wall propusieron su Gate Control Theory, en la que proponían que en la médula espinal hay una puerta que permite o no pasar a los estímulos dolorosos hacia el cerebro”.
Por si nos cuesta entender, la psicóloga nos lo explica con dos ejemplos:
- “Dicho de otro modo: habrá ciertas cosas que hacen que se cierre la puerta y sintamos menos dolor y otras harán que se abra y que lo sintamos con mayor intensidad. Un ejemplo es el acto mecánico de frotarnos la piel si nos hemos dado un golpe: la sensación de fricción compite con la de dolor y se siente menos”.
- “En el silencio de la noche, las voces de esos tigres se oyen más, de la misma manera que nos acordamos de alguna situación incómoda que experimentamos durante el día y habíamos casi olvidado. Allí solos, en la oscuridad, no hay nada que nos distraiga y ayude a cerrar la puerta: ni imágenes, ni sonidos, ni interacciones con otros”.
El porqué de las 4:00 AM
Como todos sabemos, las investigaciones sobre el cuerpo humano y sus comportamientos no se acaban. Hoy, “nuevas teorías, nuevas técnicas y nuevos hallazgos han ido nutriendo la ciencia del dolor”.
El artículo continúa diciendo que, “un estudio publicado en Brain el pasado mes de septiembre apunta también hacia los ritmos circadianos como un posible agente clave en el fenómeno de la acentuación nocturna”.
¿De qué se trata?
“Inès Daguet y sus colaboradores realizaron un novedoso estudio de laboratorio en el que descubrieron que el momento del día en el que más intensamente se percibe el dolor (inducido experimentalmente, en este caso) es a las 4 de la madrugada. Una posible explicación es la falta de sueño, ya que también está demostrada su influencia, pero en el modelo de Daguet, el peso de los ritmos circadianos fue mucho mayor. Estos cambios pueden estar relacionados con los niveles cíclicos de hormonas que tenemos durante el día, como el cortisol, relacionado con el sistema inmunológico y la inflamación, y la melatonina”.
Pero, Carranza nos advierte que, “no hay que olvidar que se trata de un estudio experimental, en un ambiente de laboratorio, donde los participantes no se encuentran en su entorno natural (durmiendo en su cama) y reciben estímulos dolorosos de forma artificial (mediante una máquina que induce calor)”.
¿Es lo único que influye para sentirlo a la madrugada?
Una alarma contra los depredadores
Citando un comentario de los investigadores Hadas Nahman-Averbuch y Cristopher D. King quienes “señalan que, […] somos más vulnerables a los depredadores por la noche, ya que es cuando dormimos. Por tanto, tiene sentido que una menor intensidad de los estímulos sea suficiente para despertarnos ante un peligro potencial”.
La psicóloga concluye: “En definitiva, aún hace falta más investigación para entender por qué sentimos más dolor por la noche, pero parece que nuestro cerebro sigue intentando protegernos de que los tigres (en este caso reales) nos puedan comer mientras dormimos”.